Desde el Pusa al Cedena, por Miguel Méndez-Cabeza |
Hoy nuestro paseo discurre por la parte más oriental de nuestra comarca, iniciamos nuestro recorrido en San Martin de Pusa.
Vale la pena dar un paseo por el pueblo y observar algunos ejemplares de la arquitectura popular típica de la zona, es una arquitectura
del llamado aparejo mudejarista o toledano, con fachadas con machones e hiladas de ladrillo que enmarcan paños de tapial o de mampostería. En una casa cercana a la puerta oeste de la iglesia parece que pernoctó Santa Teresa en su andariego trajinar cuando volvía
de Guadalupe vía Espinoso y se dirigía a ver a su sobrina en la Puebla de Montalbán. Este pequeño pueblecito merece una parada para ver el puente romano que se encuentra aguas abajo del caserío. La iglesia también tiene cierto encanto, la escalera de caracol de la torre es de buena sillería de granito como el resto de la obra, y podemos observar en el coro algunos canecillos de madera bellamente labrados. Seguimos por un camino paralelo al Cedena que asciende río arriba hasta encontrarnos con una elevación formada por grandes batolitos de piedra, es el conocido como Riscal de Velasco, y vale la pena ascender a la cumbre de este estratégico cerrete que albergó desde un yacimiento amurallado de la Edad del Bronce, hasta partidas de carlistas, pasando por un poblado romano y otro medieval. La vista sobre el valle del Cedena es muy hermosa. Puente sobre el río Cedena junto al molino Campanero Continuamos sin dejar el camino y los conejos y perdices se cruzan con frecuencia, ya que es ésta una zona de gran
abundancia cinegética. Llegamos a un caserío desde donde descendemos hasta el río, allí en un lugar donde la tranquilidad y
soledad están aseguradas, encontramos un paraje de lo más ameno formado por el Molino Campanero del sigloXVII, un puentecillo
que daba acceso a él y las praderas y arboledas cercanas al Cedena.
Vista desde la ermita de San Sebastián en Los Navalmorales, con las rañas, olivares y sierras jareñas al fondo
Es de interés el ascenso a la ermita del Cristo que se levanta en la cumbre de la sierrecilla cercana, para contemplar desde ella las tierras rojas y los olivares, recomendable al atardecer. Otros parajes
dignos de una visita son los baños medicinales, de ellos parte un arroyo rodeado de huertecillos y agradable para el paseo. Tanto en San Martin como en los Navalmorales podemos comer platos caseros y caza en varios establecimientos y a precios muy asequibles. Aceite y mazapán No debemos marcharnos sin adquirir aceite de oliva virgen de la mayor calidad y de menor coste que los embotellados. Hay una cooperativa en Los Navalmorales y otra en San Martin donde comprarlo y reponerse del viaje con una rebanada de pan de pueblo con aceite y azúcar. Tanto en San Martin como en Los Navalmorales se fabrica un mazapán exquisito, almendra y azúcar como únicos componentes y horno tradicional con leña de retama, tienen el secreto. En término de los pueblos de Valdepusa se sitúan
las bodegas de Griñón, Osborne y Capilla del Fraile que han dado realce al vino que desde hace mucho tiempo era ya
considerado en la comarca pero sin el prestigio de las marcas señaladas. |