Nuestro punto de partida será
TALAVERA DE LA
REINA, importante ciudad situada en las fértiles vegas del Tajo y el Alberche.
Famosa por su cerámica desde hace siglos y por sus ferias de ganado.
En la actualidad cuenta con la más numerosa población de la provincia de Toledo,
siendo una ciudad agrícola, industrial y ganadera que conserva algunos monumentos
de gran interés artístico.
El asentamiento sobre el que hoy se alza Talavera estuvo originariamente habitado por
tribus carpetanas y se llamó
Aebura, según relató Tito Livio al narrar la batalla
que en el año 181 a. C. tuvo lugar entre carpetanos y romanos.
En época romana toma el
nombre de
Caesaerobriga y más tarde, los visigodos la nombraron
Ebora.
Durante los s. III y IV d. C. la
Caesaerobriga romana sobresale como ciudad
agrícola y ganadera, con el culto a la diosa Ceres y la abundancia de villas como
la de Saucedo en Talavera la Nueva.
En época visigoda, Liuva II regala a Talavera una imagen de la Virgen, en el año 602, a
la que se denominó Virgen del Prado. Tarik conquistó la plaza para los árabes en el 712,
bautizándola
Talavaira y fundó en ella un valiato que dependía de Córdoba.
Se elevó la muralla y se construyó el alcázar en el año 937 por mandato de Abderramán III.
Alfonso VI la conquistó, dándole dos alcaldes, uno árabe y otro cristiano. Alfonso XI le
puso el apellido de
de la Reina al donársela a su esposa María de Portugal.
Sancho IV le concedió le privilegio de la celebración de ferias en 1.294. En 1.369
Enrique VI la cedió al Arzobispo de Toledo Gómez Manrique a cambio de la villa de Alcaraz.
Tuvo Fábrica Real de Tejidos de seda en el s. XVIII y aquí fue derrotado José I durante la
Guerra de la Independencia, siendo ciudad clave durante las guerras carlistas al
permanecer fiel a Isabel I.
La población tuvo tres recintos amurallados, parte de época romana, parte musulmán y
los más extensos, los correspondientes a los siglos XII al XV. El primer recinto se
caracteriza por tener adosadas las torres albarranas, del segundo sólo se conservan la
puerta de Sevilla, el torreón de la Puerta de Zamora y los restos de la Plaza de San
Miguel. Del castillo, del que partían las murallas y construido por los árabes en el
957, sólo se conservan algunos restos.
Los monumentos más significativos están repartidos por toda la ciudad: el puente de Santa
Catalina, también conocido como el "viejo" o "romano"; el Palacio Arzobispal, barroco del
s. XVII, en la bonita plaza del Pan (corazón antiguo y actual de Talavera) decorada
con cerámicas de Ruiz de Luna, hoy ocupado por dependencias municipales; la Colegiata
de Santa María la Mayor, que data de finales del s. XII y fue construida sobre una
mezquita. Fue elevada a colegial en el año 1.211 por acuerdo de Alfonso VIII y el
Arzobispo Ximénez de Rada, terminándose en el s. XV. Cuenta con una interesantísima
portada gótico-mudéjar, con elementos barrocos sobre la que se abre un gran rosetón
gótico-flamígero. En su interior, de tres naves, pueden verse algunas capillas de
interés, que guardan retablos, sepulcros y rejas góticas.
El Colegio Cervantes,
construido en 1.556 pero muy modificado, conserva una portada renacentista coronada
por un balcón con frontón y escudo.
Muy próximo a la Plaza del Pan se encuentra el Museo de Cerámica Ruiz de Luna, museo
monográfico dedicado a la cerámica talaverana y montado a partir de la colección reunida
por el famoso ceramista Juan Ruiz de Luna. Las instalaciones del museo ocupan el antiguo
convento de San Agustín. Algunas piezas son de la Edad Media, pero la mayoría pertenecen
a los siglos XVI al XX. Están representadas todas las series características de
Talavera, incluida la propia obra de los Ruiz de Luna, y algunas importantes piezas
de Puente del Arzobispo de las mismas épocas.
El Colegio de San Prudencio es una construcción mudéjar del s. XV, con portada renacentista
y cerámicas de Ruiz de Luna en el interior. El Convento de San Jerónimo, muy modificado,
fundado por el Arzobispo Pedro Tenorio en 1.397, de su primitiva construcción se conserva
la portada gótica y un arco del recibidor. La Iglesia de San Prudencio es renacentista del
s. XVI.
Monumentos destacables son: la parroquia de Santiago, mudéjar con influencias
góticas, levantada en el s. XIV utilizando la planta y lienzos de una antigua sinagoga,
destaca el gran rosetón con decoración labrada en su fachada; la iglesia de Santiago de
los Caballeros, obra mudéjar del s. XIII; la de San Francisco, del XVI y los restos del
antiguo convento y la iglesia de Santo Domingo, de estilo gótico-plateresco, conserva
los sepulcros platerescos del Arzobispo García de Loaysa y sus padres.
La iglesia del Salvador, una de las parroquias más antiguas de Talavera, mudéjar del
s. XIII con un interesante ábside y un artesonado de finales del s. XVI. El Carmen,
antiguo convento de los Carmelitas Descalzos, junto a la iglesia de San Andrés, del
s. XVIII; aquí estuvo emplazada la fábrica de cerámica El Carmen-Niveiro.
A la entrada al núcleo urbano, rodeada de jardines, se encuentra la ermita basílica de
la Virgen del Prado, un edificio religioso de gran valor artístico por la colección de
azulejerías que la decoran.
El edificio actual es del s. XVII que reformó al existente
del siglo anterior, a la que se le añadió el altar mayor y el crucero. En la sacristía
se conservan los azulejos más antiguos, de los s. XIV al XVI. En los muros interiores,
púlpitos y el pórtico, un interesante repertorio de azulejerías de los ss. XVI al
XVIII y algunas piezas de Ruiz de Luna (púlpito, panel). Destaca también una lápida
sepulcral de Litorio.
Algunas casonas, y sobre todo innumerables fachadas decoradas con azulejerías talaveranas,
la torre del reloj, modernista, y el Parque del Prado y la Plaza de Toros, del s. XIX,
completan el patrimonio de Talavera de la Reina.
El Martes de Pascua se celebra la fiesta conocida como
Las Mondas que tiene su
origen en las celebraciones romanas a la diosa Ceres, rito que se cristianizó y el cortejo
estuvo desde entonces encaminado en alabanza a la Virgen del Prado. Se le hacen ofrendas
desde los pueblos de la comarca, llegando muchas de ellas en carros adormados, como el
del pueblo de Gamonal, que va tirado por carneros. Tradicionalmente la ofrenda son
velas de cera, algunas enormes y de gran originalidad. Sin embargo, la fiesta grande
de Talavera es la Virgen del Prado que se celebra el 8 de septiembre.
Su tradición artesana es lo que le ha dado su fama; en la actualidad un buen número de
talleres siguen produciendo trabajos en cuero, entre los que destacan las sillas de
montar, especialmente para el arte del rejoneo; la fabricación artesana de velas y
figuras de cera y los bordados y, sobre todo, la cerámica, siguiendo los modelos
tradicionales tanto por formas como por colores: motivos profanos y religiosos,
azules, verdes, amarillo, naranja y negros, azulejos y murales, platos, fuentes,
cuencos, jarrones... para mantener viva la llama de la conocida mundialmente como
Ciudad de la Cerámica.
Y ahora, a recorrer el extremo suroriental de la provincia de Toledo.
Desde el Tajo a
los Montes de Toledo. Por la C-203 salimos de Talavera de la Reina bordeando el Tajo
en dirección a Alcaudete de la Jara. Un camino a la derecha nos acerca hasta
LAS HERENCIAS, pueblo que cuenta con una curiosa arquitectura popular y
donde se encuentra el paraje de los Castillos, zona de cárcavas, a la orilla del Tajo
donde pasan una gran cantidad de aves.
Proveniente de esta zona es una estela de la
Edad del Bronce que se conserva en el Museo de Santa Cruz de Toledo.
Si nos desviamos a la izquierda por el camino de
El Membrillo podremos acceder a los
parajes de Valdehigueras y el arroyo de Lientes, uno de los ecosistemas más peculiares
de los alrededores de Talavera, una zona de cortados y barrancos donde crecen la coscoja,
el enebro, la cornicabra, los romeros...
ALCAUDETE DE LA JARA
fue aldea de Talavera y de su jurisdicción perteneciente
al patrimonio del Cabildo toledano.
En las proximidades del Camino Real se han encontrado
cuevas, acueductos y mosaicos que nos hablan claramente de su pasado. Destacables son la
llamada Torre del Cura, de origen árabe, ss. XI-XII. La iglesia parroquial de la
Concepción es del s. XVI.
El día 2 de febrero celebran la fiesta de la
Soldadesca.
Continuamos camino por
TORRECILLA DE LA JARA,
población en la que el último
domingo de agosto se celebra una romería en la ermita del Valle, junto al río Fresnedoso.
Además de las tradicionales pujas por las andas de la Virgen se baila una antigua danza,
el
Baile de la Pera al son del cual se recogen donativos. Se levantan castillos
humanos.
Unos 500 metros aguas abajo se encuentra una necrópolis visigoda en el paraje conocido
como Cerro de los Moros. En el pueblo se conserva un berraco ibérico.
Después de recorrer 6 kms. llegamos a
ESPINOSO DEL REY.
Fue fundado en el
s. IV, siendo un lugar de asentamiento romano.
Aquí estuvo ubicada la Santa Hermandad
Vieja de Toledo y Felipe II, en 1.579, le concedió el título de villa. Su iglesia parroquial
es del s. XVI con ampliación del s. XVII y restaurada en los ss. XIX y XX; conserva sus
artesanados.
Es destacable igualmente su rollo de justicia del s. XVI y una serie de
edificios neomudéjares que encontramos en el paseo por la población. En las afueras
se encuentra la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, del s. XVII. Es de destacar
la calidad del aceite de oliva que aquí se produce.
En los alrededores del arroyo de los Castaños se conservan magníficos ejemplares de este
árbol del que quedan escasas manchas en la zona. Entre pinos y madroños, merece la pena
ascender hasta el Risco Ñañas para contemplar la vista que desde allí se divisa de la
Jara oriental y del valle medio del Pusa y del Sangrera.
Desde Espinoso, por una pista asfaltada ascenderemos la primera alineación de las Sierras
de la Jara siguiendo el valle de un afluente del Sangrera, para atravesarla por un collado
de 960 m. de altura y penetrar en la depresión intramontañosa de Robledo del Mazo,
admirando la panorámica que desde aquí se nos ofrece y reconociendo la rica vegetación
de estas áreas montañosas.
Iremos acercándonos por las carreteras locales hasta los núcleos de población de
LAS HUNFRÍAS, NAVALTORIL, PIEDRAESCRITA y
ROBLEDO DEL MAZO. El valle de Robledo del Mazo ofrece una interesante
posibilidad para los que quieran practicar el senderismo y el cicloturismo.
En el núcleo
urbano de Robledo son interesantes las construcciones de viviendas en hilera con tipología
claramente serrana.
Recorreremos la depresión drenada por el alto Gévalo, cuyo fondo pizarroso queda enmarcado
por crestas cuarcíticas de 1.000 y 1.300 m.
Especial interés tiene acercarse desde Navaltoril
a
PIEDRAESCRITA, la población más antigua de la zona, con referencias
medievales de los caballeros templarios; se dice que hubo un convento que servía de
refugio a los peregrinos que iban a Guadalupe.
Cuenta con un conjunto urbano bien
estructurado y una arquitectura rural bien conservada, de casas encaladas de una o dos
plantas. Destaca su iglesia parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe, declarada Bien de
Interés Cultural con la categoría de monumento.
Es un pequeño templo de tres naves con
acceso en la cara norte, ábside en forma de herradura -posiblemente mozárabe- separado
de la nave por un arco toral apuntado. Gran parte del interior está recubierto por
cerámica de Talavera del s. XVI, que representan escenas evangélicas.
En el ábside conserva restos de frescos románicos -un pantocrátor- y barrocos. Conserva un Cristo
del s. XVII y una pila bautismal paleocristiana.
Desde lo alto de la sierra podemos ver al sur Anchuras y todos los montes de Ciudad Real.
Todo el espacio que lo circunda tiene un gran encanto sobre todo por lo agreste del paisaje
en el que podemos observar, además de la típica vegetación de robles, fresnos y arces,
corzos, jabalíes, venados, y acercánconos a las limpias aguas de las pozas es posible
que veamos alguna nutria, y si no, nos refrescaremos.
Volvemos a Navaltoril, a unos 3 km., para desde allí dirigirnos a
ROBLEDO DEL BUEY. Siguiendo el cauce del Pusa por profundos riscos
intramontanos rodeados por elevadas sierras con una variadísima gama de formaciones
vegetales naturales.
Llegamos al paraje de
Las Becerras, donde existe una
zona de acampada de la Junta de Comunidades. Junto al merendero dejaremos el coche y
si somos aficionados a la pesca, en el coto truchero, previo pago de una cantidad,
podremos pasar el rato.
Un camino que sale de Las Becerras paralelo al arroyo del Chorro nos lleva hasta la antigua
captación de agua de Los Navalucillos, donde en el Paraje de los Chorros existe una
cascada de unos 20 m. de altura; es especialmente llamativa cuando está helada en invierno.
La ribera del arroyo nos conduce hasta la cumbre más alta de los Montes de Toledo, el
Rocigalgo, de 1.447 m. Desde esta cumbre la vista es impresionante; en estos parajes
todavía se conservan algunos ejemplares de tejo, árbol que se encuentra en peligro
de extinción, y podremos ver algunas rapaces, e incluso linces.
Un poco más abajo de Las Becerras se ha construido el embalse del río Pusa en un paraje
de gran belleza de cortados graníticos y pizarrosos.
Después de atravesar
LOS NAVALUCILLOS, población de la que las primeras noticias
se remontan a finales del s. XV, principios del XVI.
La ermita de Nuestra Señora de las
Saleras, patrona del pueblo, fue bendecida en 1.652.
La iglesia parroquial está dedicada
a San Sebastián y en su término se han encontrado un buen número de tumbas de origen
mozárabe.
Al salir de Los Navalucillos se tiene una visión muy significativa de las
rañas y
valles septentrionales. Muy cerca se encuentra
LOS NAVALMORALES, población compuesta
por dos barrios que primitivamente constituían dos villas independientes separadas por
el cauce del río: Navalmoral de Pusa y Navalmoral de Toledo.
Se comenzó a poblar esta
última durante el reinado de Pedro I en el s. XIV mientras que Navalmoral de Pusa
comenzó en el s. XV. Su unión se produjo en 1.835.
La tipología de las edificaciones es distinta en los dos barrios.
Merece la pena visitar
la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Antigua, del s. XVI, el Ayuntamiento, del
XVIII los restos de un convento de capuchinos, una fuente de seis caños, del s. XVII y
la ermita de los Remedios, a las afueras del pueblo, y pasear por sus calles.
Encontramos
buena gastronomía en torno a la caza.
Regresaremos a Talavera de la Reina por
SAN MARTÍN DE PUSA, un poblamiento muy antiguo según se deduce de los restos
arqueológicos encontrados, pero del que se comienza a tener noticias en el s. XIV.
En 1.518 el canónigo de Toledo Zapata funda un hospital y en 1.580 se construye la iglesia
parroquial, aunque el interior se remata en el s. XVIII.
El conjunto urbano se apoya sobre el río Pusa y su estructura es muy irregular.
En él,
además de la iglesia, podemos ver el Ayuntamiento, obra de los ss. XVI y XVII, y una casona
de acceso por zaguan bajo arco. La ermita del Cristo, del s. XVI, tiene un magnífico
artesanado de lacerías.
La población conserva una tipología de viviendas muy uniforme,
generalmente de dos alturas, de fábrica de ladrillo con aparejo toledano.
Camino de San Bartolomé, un camino que sale a la izquierda, nos conduce a los restos del
castillo de Santisteban, un despoblado que luego daría origen a San Martín.
Desde las ruinas
se contempla una excepcional panorámica del Valle del Pusa.
Es agradable pasear por
la ribera del río Pusa.
Pasaremos por
SAN BARTOLOMÉ DE LAS ABIERTAS, a 20 km. de Talavera.
Antiguamente se dividía en dos poblados: Las Abiertas y San Bartolomé, éste último fundado en el
s. XVI, llamándose entonces San Bartolomé de Valcelada.
Las Abiertas eran unas humildes
viviendas levantadas en el s. XVI.
La iglesia está dedicada a San Bartolomé, santo elegido
a suertes entre los primeros pobladores.
Descenderemos en un fuerte escalón acarcavado a las vegas del Tajo y a la ciudad de
Talavera.