- El Rio Pusa - | ||
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En pocos lugares como este, a no ser en un jardín botánico, vamos a ver un número y
variedad de especies relacionadas con ámbitos climáticos tan diversos y
cercanos entre sí, a lo que hay que añadir el interesante ecosistema
faunístico que acoge. El punto de partida nace en las inmediaciones de una pequeña aldea situada en el mismo valle del río Pusa, casi en la unión con las aguas del arroyo del chorro. Para acceder a este perdido rincón de los Montes de Toledo debemos ir en primer lugar hasta el pueblo de Los Navalucillos y allí coger la carretera que se dirige a Robledo del Buey para, a continuación, tomar la pista debidamente señalizada que a nuestra izquierda baja hasta el asentamiento de Las Becerras. El desvío lo encontraremos cuando llevemos algo más de 10 Km. y nos conducirá en acusado descenso hasta el puente que salva las aguas del río Pusa, en cuyas inmediaciones existe un pequeño merendero y zona de acampada que en verano rebosa actividad. Nada más cruzar el río la pista gira a la izquierda en busca del amplio valle del arroyo del Chorro, situado nada más pasar la aldea, que en estos primeros instantes se encuentra rodeado por campos de cultivo. En poco más de 3 Km., tras superar varios desvíos a ambos lados del camino, nos encontraremos con una cadena que impide el acceso de coches así como un cartel indicador de la prohibición de paso sin autorización. Aquí es donde abandonamos nuestro coche en una explanada destinada a tal fin. El camino no presenta ninguna dificultad , pues desde el comienzo vamos a progresar por una amplia pista que en sus primeros metros se aparta del valle para bordear el pequeño Arroyo de la Arañosa. Antes de cruzar el puente podemos apreciar sobre el mismo lecho de las aguas un viejo castaño de enormes proporciones, así como un magnífico tejo, especies muy raras en los Montes de Toledo. A partir de aquí el camino gana momentáneamente altura hasta que de nuevo se adentra en la angosta garganta que crea el Arroyo del Chorro, discurriendo el camino a media ladera pero ganando constantemente altura. Hay que destacar el frondoso bosque mediterráneo que cubre las laderas del valle. Cuando llevemos unos 45 minutos de marcha la pista cambia de orilla y continua remontando el valle por su mismo fondo, lo que nos va a permitir observar la variada vegetación que se asienta, como nogales, chopos, castaños, robles, fresnos, tejos y arbustos como brezos, majuelos, madroños y el escaso acebo, una joya de estas latitudes. La cómoda pista que venimos siguiendo desde el principio llega a su fin, justo cuando crea una pequeña explanada con una casetas captadoras del agua de la garganta. Aquí mismo hay que buscar la antigua senda que recorría el valle y que se encuentra unos metros por encima de nuestras cabezas a la izquierda, en lo alto del terraplén. El nuevo camino es especialmente bello al ganar suavemente altura por la ladera que cubre el encinar, lo que nos va a permitir divisar la grandiosidad de la garganta. En escasos 30 minutos localizaremos un importante farallón rocoso bajo el cual la senda se divide en dos ramales; el de la izquierda, que se aparta momentáneamente del valle para bordear el resalte rocoso, continuando algo más arriba por las inmediaciones del cauce hasta finalizar en el Collado del Chorro (1311 m.), al pie mismo del Pico Rocigalgo (1448 m.), mientras que el de la derecha nos conducirá, tras vadear el lecho de un pequeño cauce, a la misma Cascada del Chorro, distante escasos metros. El salto de agua se ubica en el tramo más cerrado del valle custodiado por esbeltos cortados rocosos, provocando un salto de algo más de 12 metros de altura. En época de lluvias presenta un caudal considerable, aunque nunca falta su cola blanca, en cualquier época del año. Antes de emprender el camino de regreso podemos curiosear por los alrededores para observar la variedad de especies que aquí se congregan, entre las que destacan abedules, acebos, tejos y helechos. También podemos trepar hasta la parte superior de la cascada por el sendero que dejamos anteriormente a la izquierda, para contemplar magníficas pozas de aguas cristalinas y alguna que otra cascada más como la denominada "Chorrera Chica" que pondrán el punto final a esta bonita excursión. EL MACIZO DEL ROCIGALGO Conjunto serrano que forma parte de lo que se denominó "arco septentrional de los Montes de Toledo" constituyendose la unidad más elevada de los Montes (1448m) y en una de las más complejas si no en la que más. Este macizo queda situado entre los rios Pusa y Estenilla al Oeste, y Estena y Cedena al Este, naciendo en él la mayoria de estos ríos o algunos de sus afluentes más relevantes, como el arroyo del chorro. Se encuentra organizado en torno a una serie de ondulaciones de carácter sinclinorio en las maratas del ordovícico inferior que quedan en formidable resalte entre las depresiones anticlinadas de hontanar al Ne, de Los Navalucillos, Nw de Anchuras, Los Alares al Sw y de la cuenca sinclinar de Navas de Estena al Se. El carácter intrincado de su orografía, antes aludido,procede de una notable complicación estructural, donde se suceden pliegues sinclinales y anticlinales relativamente pequeños en un corto intervalo espacial frecuentemente fracturado. De este modo en el área del suroeste de la unidad están las sierra de Tejadillos (1396 m) y el Rocigalgo que es parte de la majana (1438 m). Se conforma un siclinal colgado que se prolonga en el valle del chorro (800 - 900 m) y cuya parte más noroccidental llega hasta el Valle de la Cabrera, junto a la sierra del Homo. En el sector más noroccidental la sierra de las particiones y de las del Aceral organizan a si mismo otros sinclinal colgado, que también se prolonga a nivel topográfico inferior en Valles-Leon y alcanza la cuenta de Navas de Estenas. |